jueves, 3 de agosto de 2023

El traje nuevo del emperador

El emperador va desnudo
Siempre me ha encantado este cuento infantil. Porque Andersen tiene cuentos que te dejan helado (la pequeña cerillera es un ejemplo literal) y otros que te muestran cosas que, a poco que reflexiones, las ves en el día a día. Y aquí está el quid de la cuestión: las vemos, pero no las decimos. Todo el mundo ve que el emperador va desnudo, pero calla. ¿Por qué? 

Bueno, aquí podríamos hablar de conformismo social y de cómo nos adaptamos a lo que, simplemente, hacen o dicen los demás. No queremos parecer imbéciles o ineptos no valorando lo que otros ya han valorado (como les pasa a los ministros y al pueblo en el cuento) y sobre lo que creemos que hay un consenso. “Si los demás lo ven, es que yo estoy equivocado”. De pronto, silencias tu propia voz y tu opinión desaparece. Y como nadie lee la opinión sensata, se cae en una espiral del silencio que cancela la opinión válida. 

Hace poco recordé un vídeo de un evento. Había un muchacho bailando de una forma un poco caótica, parecía no tener sentido. Nadie parecía prestarle la más mínima atención. De pronto, otro chaval decidió seguirlo. La historia es que tras este primer seguidor, todos los demás parecieron enloquecer y, en cuestión de pocos minutos, cientos de personas bailaban con el mismo estilo de aquel primer muchacho al que aparentemente nadie hacía caso. ¿Cómo encaja esto con el emperador desnudo? Pues muy fácil: el conformismo en este caso era que a todos les gustaba el baile, pero nadie se atrevía a decirlo o a mostrarlo. Esa era la espiral del silencio. En cuanto alguien con la suficiente personalidad (o desvergüenza) la rompió, todos los que pensaban como él se sintieron identificados. 

Las redes sociales y el distanciamiento en el mensaje (o con los emisores de los mismos) puede que haya hecho, de alguna manera, que sea más fácil romper con este conformismo. La gente es más crítica, más “hater”. Me voy a incluir en este grupo y voy a decir que a menudo buscamos lo que otros hacen mal, sin importarnos espirales de ningún tipo. Pero caemos en otro tipo de conformismo, que nos lleva a un sesgo grandísimo: terminamos siguiendo solamente a aquellas personas con las que solemos estar de acuerdo… Y por otra parte, cayendo también en el conformismo, tendemos a compartir lo que otros ya han compartido, aún cuando veamos al emperador desnudo. 

Me pregunto cuántos de mis amigos, colegas, contactos… caerán en esa espiral del silencio cuando lean este post o tantos otros que, en diferentes medios, he compartido. Espiral para lo bueno y para lo malo. Quizás vaya tan desnudo como ese emperador y no se atrevan a decírmelo. O quizás no me lo digan porque, realmente, puede que los que vayan desnudos sean ellos y que sientan, aunque sea de vez en cuando, que la ropa que llevan, que por momentos piensan o pensaron que era mágica, exquisita, sin igual… no les abriga nada. Quizás sospechen entonces que ellos también tienen su propia espiral y que quien que calla, más por educación que por conformismo, sea yo.  

miércoles, 19 de julio de 2023

El mal menor

Hace ya muchos meses surgió un pequeño debate en redes, puede que políticamente incorrecto y cada vez menos recurrente en público por esta razón. Participamos un grupo de colegas entrenadores, algunos de los cuales nos conocemos en persona, otros a través de WhatsApp y muchos a través de Twitter. En este debate entraron a su vez periodistas y aficionadas, entre otros usuarios de Twitter, opinando sobre un tema sobre el que cada vez más gente en todo el mundo mira de soslayo, especialmente si eres hombre: las entrenadoras. ¿Por qué no hay más entrenadoras? ¿Están preparadas las que hay? ¿Es proporcional la representatividad que tienen con la formación que atesoran? ¿Cuál es la mejor manera de fomentar que haya más entrenadoras?

El ratio que se suele observar en los cursos de entrenador, en todos los niveles, es pequeño. En el Curso de Entrenador Superior quizás nos encontramos con el menor ratio de todos. Entre 5 y 10 entrenadoras suelen cursarlo, por 150 o 200 entrenadores. Menos de un 10%. Bastante menos. Por si alguien se lo pregunta, el número de licencias de jugadoras en 2022 era de unas 130.000 por 250.000 masculinas. 

La FEB publicó hace un par de días las listas de las selecciones españolas U12 y U13. Los equipos técnicos femeninos están compuestos exclusivamente por mujeres y los masculinos casi exclusivamente por hombres (hay una fisioterapeuta y una delegada con los chicos U13). Hasta aquí, estos son los datos. Ahora bien, yo me pregunto si son los datos que queremos tener y si lo que hacemos es lo más adecuado.

Bueno, estas preguntas ya son de por sí muy complicadas, porque ponernos de acuerdo en ese “nosotros" nos llevaría media temporada (y eso que estamos en verano). El hecho de simplemente plantearlas te puede llevar a un conflicto interminable donde se interpreten y malinterpreten voluntades que no tengan nada que ver con encontrar la mejor solución para todos. Espero que esto no suceda. 

Durante muchos años, un buen puñado de entrenadores han creído en el baloncesto de las chicas de toda España. Y lo han hecho, la inmensa mayoría, pensando una cosa evidente: esto no va de baloncesto masculino y femenino, sino de baloncesto. Chicas y chicos deben entrenar por igual, ser exigidos por igual, ser formados por igual. Entre estos entrenadores, por sentimiento y por número de temporadas vinculado a equipos femeninos, me debo incluir. Y como yo, tantos y tantos entrenadores que no solamente han trabajado por la formación de las jugadoras, sino también por la de las entrenadoras. Ayudantes con las que compartir el día a día, explicándoles todos los entresijos de la formación de las chicas, la metodología, la planificación de la temporada, la preparación de entrenamientos y partidos, la gestión de los grupos de padres... y animar a que dirigieran su propio equipo cuando se encontraran preparadas, o incluso antes de que ellas pensaran que lo estaban, acompañándolas en este proceso. 

Poco a poco van llegando cada vez más entrenadoras, como es normal, aunque creo que estamos aún lejos de lo deseable, básicamente porque siempre se desea que sean más, ya que la realidad es que, en general, faltan tanto entrenadores como entrenadoras. Esta velocidad, lenta, de chicas que llegan a entrenar se suele achacar a la falta de referentes. Hay muchos estudios que analizan las causas del abandono deportivo que se da especialmente en las chicas (desde Universo Mujer y Basket Girlz se han llevado a cabo varios bastante importantes). Pero sobre el camino que se rompe en algún momento en las entrenadoras no se ha escrito tanto. Es lógico pensar que si una jugadora deja de jugar en infantiles o cadetes, no se hará nunca entrenadora. 

Normalmente las entrenadoras son las jugadoras que tienen una trayectoria larga (al menos como jugadora de formación), así que quizá el primer paso sería que siguieran jugando todo lo que puedan. Pero claro, siguen jugando y apenas hay entrenadoras que las entrenen a ellas, con lo cual, no tienen la referencia de poder llegar a ejercer como tales y "la mayoría" (que digo yo que será la mayoría, porque apenas llegan) no se lo plantea. Esta es la teoría, pero ¿de verdad esto funciona así? Yo tengo mis dudas.

Quizás los hombres deberíamos dejar de entrenar en categoría femenina. No me equivoco mucho si digo que esto es lo que querría mucha gente (en aquel debate que comenté al principio se propuso más o menos esta medida directamente y se culpabilizó a los entrenadores hombres de que no hubiera más mujeres entrenando). Sería bastante coherente con estas políticas. Así veríamos realmente si es cierta la teoría de las referentes y podríamos comprobar qué pasa con el nivel de las jugadoras. Aunque siempre influirán tantas variables que sería difícil de comprobar. Pero a diez años vista, sin un entrenador hombre que contamine este hipotético experimento del deporte exclusivamente femenino, aunque perdamos por el camino sus conocimientos y el desvivirse por transmitir valores junto a estos, se podría evaluar en términos generales dónde estamos. Tanto a nivel local, como nacional e internacional. "Simplemente" tendríamos que objetivizar las variables a evaluar (nivel de juego, de jugadoras, campeonatos europeos, mundiales, etc.). No presupongo que el nivel bajaría por el hecho de que las chicas fueran entrenadas sólo y exclusivamente por mujeres, pero me da que los números no nos llegan para que el volumen de jugadoras actual pudiera mantenerse. Recordemos: el baloncesto es el deporte con más licencias femeninas. Y la falta de entrenadoras destrozaría la base de la pirámide y el nivel, irremediablemente, se resentiría.

A veces toda esta situación me queda grande porque, puede que siendo simplista, pienso que una chica puede tener dos referentes cercanos: su madre y su padre. ¿En serio hace falta meternos en este debate? Sí, hay muchos tipos de familias y puede que a la niña le falte el referente paterno, ¡pero también puede que le falte el materno! Padres y madres actúan como referentes. Ambos. Negar esta evidencia nos lleva a conclusiones un poco trasnochadas, pero que tienen una lógica aplastante: si negamos que un hombre pueda ser un buen ejemplo para una chica, entonces debemos estar obligatoriamente de acuerdo en la vuelta a la educación segregada por sexos. Solamente mujeres enseñando a niñas y solamente hombres enseñando a niños en cada centro educativo de España. Esto, tanto si lo leéis en voz alta como si lo hacéis con vuestra voz interior, suena un poco peor, ¿verdad? A mí me suena fatal, desde luego. Y cuando veo las listas de las U12 y las U13 tengo sentimientos encontrados. Por un lado cierta satisfacción y por otro, irremediablemente, pienso en la segregación. ¿Capacidad o cupos? ¿Mujeres exclusivamente con chicas? ¿Se busca una representatividad de un 50%? ¿Por qué no en todos los equipos, en general, y no solamente entrenadoras con chicas y entrenadores con chicos? ¿Qué pensamientos subyacen aquí? ¿La promoción? ¿No es promoción de una entrenadora que entrene a un grupo masculino? ¿Esto nos hace mejores? No lo tengo nada claro, porque si La Familia no tiene género, ¿por qué parece que sí? 

Hace poco participé, de forma bastante pasiva, en una conversación sobre la sustitución de un entrenador que no podía continuar entrenando la próxima temporada al equipo femenino con el que había estado este año. Yo, que he acabado ciclo con el equipo que he entrenado los últimos cuatro años, también femenino, salía en las quinielas como entrenador "deseado" para sustituirlo. Eso sí, "siempre que no hubiera una entrenadora disponible". Ya está. Esa era la única variable. Daba igual la entrenadora que fuera, la formación que tuviera, la experiencia, los resultados, el carácter, la comunicación, la dedicación, la disponibilidad... Nada de esto parecía ser importante. Solamente se habló del sexo del entrenador. Si este tenía que ser masculino, porque no había ninguna entrenadora, que fuera yo. No sé si era un halago, que puede ser que sí, pero al menos siempre me quedará el consuelo de ser, como mínimo, el mal menor

martes, 29 de junio de 2021

Planeta Mini 2021

Voy a romper una lanza, en esta ocasión, a favor del trabajo que hacen, o han hecho, los distintos seleccionadores que acaban de participar en el Campeonato de España de Minibasket de selecciones autonómicas. Y hablo del trabajo en general, no de lo que se ve en cuatro o cinco días de Campeonato que sólo es la punta del iceberg. 

Normalmente se les juzga por la posición final, pero esta no suele ser el mejor indicador del trabajo realizado, ni mucho menos. Es cierto que ganar no es fácil ni con el mejor equipo, así que las primeras posiciones correlacionan bastante bien con la calidad de lo llevado a cabo. Pero tampoco es siempre así, ni siquiera con el campeón. 

Para hacer un análisis correcto tendríamos que tener casi una varita o algún elemento mágico que midiera el potencial de cada equipo y ver si este ha sido explotado. Vamos, si el potencial del equipo se corresponde con el juego llevado a cabo. Complicado, ¿verdad? La experiencia, el conocer a los jugadores, haberlos visto en muchos partidos, seguir la preparación... y un largo etcétera, te da pistas sobre esto, pero no se puede hacer un análisis objetivo. 

Parece obvio decir que cuanta más información, mejor análisis se podrá hacer. Los que más información tienen, por supuesto, serán los responsables de esos seleccionadores, pues lo normal es que hayan presenciado la preparación y, sobre todo, aquí viene el quid de la cuestión, los objetivos. ¿Cómo vamos a valorar el rendimiento de un equipo si no conocemos sus objetivos? Y vamos a más: ¿Cómo vamos a valorar el trabajo de un entrenador si desconocemos los objetivos que le han marcado? Son los Directores Deportivos o Responsables Federativos de selecciones los que tienen que ver ese potencial y marcar los objetivos correctos. 

A partir de aquí se nos abren unos cuantos interrogantes más: ¿Qué tipo de objetivos les habrán marcado a los seleccionadores?

Objetivos hay de muchos tipos, pero resumo: podemos establecer objetivos de rendimiento y objetivos de resultado. Objetivos de resultado serían los referidos a la posición final (ejemplo: conseguir medalla o jugar por un ascenso) y objetivos de rendimiento serían los referidos al cómo (ejemplo: determinada filosofía defensiva u ofensiva por encima del marcador). Quizás haya selecciones que combinen ambos (puede que sea lo normal y lo mejor), pero puede ser que no. 

Pues bien, por encima de todo esto hay un elemento que a veces se nos escapa y que quizás dejamos de lado al realizar ciertos análisis: el campeonato de selecciones autonómicas es la primera piedra (o la segunda) de lo que conocemos en España como el método FEB y que no es, ni más ni menos, que la selección precoz de talentos y empezar a conformar, desde los 11 a 12 años, el futuro de las selecciones españolas. 

Siempre puede surgir un talento de cualquier Comunidad Autónoma de España. Tenemos muchísimos ejemplos de ello. Así que los objetivos puede ser que cambien según el año: quizás haya años donde para una determinada Federación Autonómica el objetivo sea meter a varios chicos en selección española y otros en los que, sabiendo que ningún niño tendrá opción de entrar, no "necesitemos" necesariamente que ningún jugador destaque. 

Saco esto a relucir porque, con este telón de fondo, con los objetivos impuestos por Directores Deportivos, la presión que los entrenadores se autoimponen durante el campeonato y un largo etcétera, no se nos puede olvidar que el éxito, simplemente, sea que los jugadores muestren el potencial que llevan dentro y que lo hagan a la vez que consigues que el equipo sea competitivo. Y aunque no parezca lógico, esto no es siempre tan compatible como podría parecer a priori. 

Cuando tienes un elenco de jugadores, y normalmente pocos días de entrenamiento, hay que lograr que esos chicos, de 11-12 años, se olviden en muchas ocasiones del rol que tienen en sus equipos y adquieran un rol nuevo, que puede ser que tenga poco que ver con el que normalmente desempeñan. Y aquí es donde el entrenador tiene una de sus tareas más difícil: el establecimiento de roles

Si al seleccionar jugadores lo hacemos por rol, ya estaremos ahorrándonos mucho trabajo, pero quizás esto no sea lo más justo para muchos. Por eso es fácil que en una selección minibasket convivan niños que tienen roles similares en sus respectivos equipos, especialmente porque a esta edad no hay roles tan diferenciados como en categorías superiores. Y claro, no puede haber 5 jugadores en pista con el mismo rol. Así que toca adaptarse... y de nuevo tenemos varias opciones, pero trato de resumir: ¿Adapto el juego al jugador o el jugador al juego? ¿Cómo conseguirá un rendimiento mayor el equipo? ¿Cómo destacará más el jugador? ¿Será capaz el jugador de adaptarse a ese nuevo rol? ¿Merece la pena

Las respuestas a estas preguntas van a marcar el juego de una selección. Y quizás después no se refleje en la pista lo trabajadas que están las respuestas, las horas que hay detrás de las mismas y quizás las autoevaluaciones más duras ante sistemas de juego, roles o simplemente dinámicas, que no salen como uno esperaba. Pero es que esto es parte del deporte: si todo saliera como diseñamos en un papel, no tendría gracia. Ahora bien, la exigencia es que exista esa reflexión profunda poniendo en el centro a los jugadores, ya sea decidiendo adaptarnos a ellos (o a algunos de ellos), o ellos al equipo. Ambas opciones pueden ser válidas y dependerán de nuestros objetivos.

Al final, concluyendo, hay algo que tiene que estar por encima de todo lo demás: todos los que consiguen formar parte de una selección autonómica de minibasket deben disfrutar del campeonato porque será un recuerdo que les dure toda la vida, y este recuerdo debe ser positivo, más allá del resultado obtenido o las expectativas, propias o ajenas, que depositemos sobre hombros tan jóvenes. El reconocimiento al esfuerzo, la dinámica positiva, la ausencia de miedo al error, la convivencia... esto es lo que se merecen los seleccionados y lo que espero que, más en mayor medida que en menos, hayan logrado.

martes, 18 de mayo de 2021

El momento del baloncesto en Cartagena tenía nombre

Hace 25 o 30 años era complicado empezar a jugar a baloncesto en Cartagena (y supongo que en muchos otros sitios) antes de los 13 o 14 años, a no ser que tuvieras la oportunidad en el Colegio o en alguna escuela deportiva de un Club Federado. Así que comenzar "pronto" a jugar dependía mucho de varias cosas: el Colegio donde estudiaras, la experiencia de la familia con el deporte (porque muchas desconocían la existencia de esas escuelas) y la captación de los clubes, que en la mayoría de ocasiones no tenía demasiada repercusión.

Yo fui un caso raro de esos que llegó a hacer las famosas "pruebas" para entrar en el club federado de mi ciudad después de haber pasado por sus escuelas. Esto en la práctica significaba que no había jugado un partido en mi vida. Jamás jugué en minibasket, por ejemplo. Y de pronto, siendo infantil de segundo año, tenía un entrenamiento por delante para demostrar si valía o no... Y como que no. Al menos en ese momento, no. Pero el caso es que me llamaron para volver y seguro que no fue por nivel: simplemente me permitieron entrenar por ser de la escuela deportiva del Club.

Pues bien, en el siguiente entrenamiento me tocó un chaval de pareja que iba en moto: nunca había coincidido con nadie tan rápido en una pista. Yo ya sabía quién era porque no pasaba desapercibido y el año anterior había llevado a su Colegio a la final de la liga escolar. Supongo que nos pusimos juntos porque éramos de los más bajitos, pero la diferencia de nivel entre él y yo era grande. Muy grande. Y lo era por esto que os voy a decir: 

En el calentamiento, jugando 1c1 para calentar (¡¡¡para calentar!!!), yo no podía seguirlo. Iba tan rápido que le tuve que decir: "¡Eh! Vamos un poco más despacio, ¿no?". Parece que lo estoy viendo ahora mismo: me miró, se rió... y a partir de ese momento, fue más rápido aún. ¡Cómo no iba a ser el mejor! Como mínimo, él era lo mejor que podía ser. Nunca se reservaba, daba siempre el 100%. Para lo bueno y para lo malo, siempre el 100%. Aprendí más de él ese día que de prácticamente todos los jugadores con los que he coincidido en una pista. Y de alguna manera aquello se grabó a fuego en mí: el 100%. Siempre. No hay más. 

A partir de aquí, mil historias más... Yo tardé un año en tener licencia en el equipo, pero él fue ya base titular siendo de primer año. Hasta semanas sin hablarnos de la competitividad, de la intensidad que poníamos en los entrenamientos, de la exigencia que te demandaba y que muchísima gente no entendía... Todo por querer mejorar. Siempre al 100%. En cada ejercicio. En cada partido. En lo que fuera. 

Pero si tengo que destacar algo, me quedo con otra anécdota... Y no es la típica que se imaginarán nuestros amigos. No es de ningún partido ni ocurre en ninguna pista. Ni siquiera la he contado demasiadas veces, pero la tengo presente como el primer día. Fue en el Instituto. El Isaac Peral, allá por el año 1997. No puede decirse que yo fuera un chico problemático, pero ese día, por las tonterías típicas de adolescentes, se ve que no le caía muy bien a alguien y vino a hacerme una visita. Él y unos quince colegas suyos más. Me rodearon en un pasillo y todos mis amigos observaban en la distancia. Todos menos uno, además el más bajito, que ni siquiera estaba en mi clase. Pero quizás compartíamos algo más importante.

Siempre he sido de analizar situaciones. Recuerdo exactamente donde estaba cada uno y parece como si los estuviera viendo. Allí, hombro con hombro conmigo, solamente había una persona: David Ayala. Porque como he dicho, él siempre daba el 100% y no retrocedía ni para tomar impulso. Siempre hacia delante. Dispuesto a partirse la cara por sus amigos. 

¿Quién iba a liderar, si no, ese ansiado momento que se esperaba para el baloncesto en Cartagena? Pues aquí está y lo lidera alguien que siempre da el 100%. Y cuando alguien da todo lo que tiene... ¿qué se le puede pedir más?

Hace poco me he enterado de que se siente culpable porque fue expulsado en la final junior del 99, cuando aún faltaban 10 minutos. Terminamos perdiendo el partido de 5. Vaya un tonto. Siéntete culpable también de esto: el aspecto que más valoro en mí mismo como persona se empezó a conformar el día en el que te conocí a ti. 

Así que, sí... gracias por liderar el proyecto. Gracias por la LEB Plata. Pero lo que yo te tengo que agradecer sobrepasa, con mucho, cualquier cosa que pueda escribir. 

Al final, el momento del baloncesto en Cartagena era, y es, David Ayala.





martes, 11 de mayo de 2021

Decálogo para escribir una crónica en categorías de formación

Cada vez tengo más dudas sobre si es positivo escribir una crónica en categorías de formación. Tendríamos que pensar, inexcusablemente, en dos cosas al menos: el objetivo que perseguimos con ella y las repercusiones que pudiera tener, esto es, un análisis costes-beneficios. 

Estoy seguro de que, en muchas ocasiones, este análisis se obvia por completo en muchos clubes. Así que aquí va un pequeño decálogo que a mí me sirve de guía para escribir una crónica hacia al exterior (que es o puede ser muy diferente de la que se podría hacer a nivel interno en el Club). 

Habla de tu equipo. Especialmente de cosas positivas o neutras. Lo que hay que mejorar ya lo dirá el entrenador en los entrenamientos. 

2º Escribe en general, sin personalizar con nombres y apellidos. Este nivel de individualización también corresponde al entrenador y al entrenamiento. Muchos jugadores, además, no quieren ser destacados en público, ni siquiera de forma positiva, y puede ser contraproducente. 

3º Si es inevitable personalizar, hazlo para hablar de algo que no tenga que ver con la capacidad o el desempeño. Por ejemplo: ánimos ante una lesión. Todo lo demás puede generar comparaciones y sentimientos encontrados entre los jugadores y a menudo, por desgracia, también entre los familiares. El MVP de un partido debe ser el equipo

4º Evita términos o expresiones que puedan considerarse una falta de respeto hacia el otro equipo: "apalizar", "arrollar", "borrar"... Una crónica de un equipo de formación que realiza un Club no es una crónica hecha por un periódico deportivo. El respeto es lo primero. La ausencia de respeto no genera una imagen positiva de ese Club. 

5º Si has de hablar del otro equipo, quizás sea mejor no decir absolutamente nada que tenga que ver con su rendimiento... y tampoco de su esfuerzo. Repito: el respeto es lo primero. Es muy fácil malinterpretar: si destacas al otro equipo habiendo perdido, tus jugadores se pueden sentir mal. Si lo destacas habiendo ganado, el otro equipo se puede sentir evaluado desde un prisma de superioridad... Volviendo al punto 1: mejor habla de tu equipo y ya está

6º Si hablas de los jugadores del otro equipo, igual que con los del nuestro: o destacas algo que no tenga que ver con su capacidad, como alguna acción de Fair Play, o mejor no digas nada. No hay que desear para el otro equipo nada que no deseáramos para el nuestro. 

Intenta no excusarte: cansancio semanal, lesiones, nivel arbitral, frío... Excusas hay innumerables. Hasta la más pequeña no pasa inadvertida para los lectores pues, recuerdo: la mayoría de ellos serán gente de baloncesto, incluidos árbitros, directivos del resto de clubes y federativos, entrenadores y jugadores rivales, etc. Las excusas no suelen generar tampoco una imagen positiva para el Club, especialmente si ganas, pues suelen ser indicativo de prepotencia ("deberíamos haber ganado de más, pero..."). 

En un partido participan tres equipos: dos que juegan y uno que arbitra. Con el equipo arbitral deberíamos seguir las mismas reglas que con el rival: si se va a hablar de algo positivo o neutro, adelante. Si es algo negativo, mejor obviarlo. 

Las familias son parte fundamental de un equipo de formación. Las crónicas pueden contribuir a agradecer su esfuerzo, por ejemplo, ante partidos donde hayan colaborado en el transporte; o simplemente a resaltar lo positivo de sus ánimos en los partidos de casa, destacando el respeto ante el equipo rival y arbitral. Claro, para destacar esto es necesario que se produzca y uno de los objetivos de los clubes es, precisamente, que se produzca. 

10º Evalúa lo que has escrito. Si has escrito la crónica de un equipo del que no eres entrenador, enséñasela  primero al Director Técnico y al entrenador. Si no le gusta a alguno de los dos, no la publiques.

Estas crónicas suelen acabar en redes sociales... y estas son un juez implacable. Normalmente incluso atemporal. El que más y el que menos nos hemos visto juzgados por crónicas escritas en un momento de euforia excesiva o simplemente teniendo en mente ciertos objetivos, más o menos acertados, sin pensar en las distintas interpretaciones que pueda tener lo escrito. 

Es difícil acertar siempre. Pero como dicen que dijo Abraham Lincoln: 

"Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo."