Hace tiempo que quería escribir algo sobre la deportividad. Normalmente escribo sobre mis vivencias personales casi inmediatamente después de vivirlas. En este caso no ha sido exactamente así, sino que he dejado reposar una serie de sentimientos que se remontan unos meses atrás, pero que cristalizaron hace poco.
Gómez Noya, durante los últimos Juegos Olímpicos, se preguntaba por qué un deporte en el que el 100% de los equipos (al menos una gran parte de sus jugadores) intentan engañar al árbitro (aunque sea en un saque de banda) es olímpico. Es algo realmente curioso e impactante. Se refería al fútbol y estoy totalmente de acuerdo con él.