jueves, 3 de agosto de 2023

El traje nuevo del emperador

El emperador va desnudo
Siempre me ha encantado este cuento infantil. Porque Andersen tiene cuentos que te dejan helado (la pequeña cerillera es un ejemplo literal) y otros que te muestran cosas que, a poco que reflexiones, las ves en el día a día. Y aquí está el quid de la cuestión: las vemos, pero no las decimos. Todo el mundo ve que el emperador va desnudo, pero calla. ¿Por qué? 

Bueno, aquí podríamos hablar de conformismo social y de cómo nos adaptamos a lo que, simplemente, hacen o dicen los demás. No queremos parecer imbéciles o ineptos no valorando lo que otros ya han valorado (como les pasa a los ministros y al pueblo en el cuento) y sobre lo que creemos que hay un consenso. “Si los demás lo ven, es que yo estoy equivocado”. De pronto, silencias tu propia voz y tu opinión desaparece. Y como nadie lee la opinión sensata, se cae en una espiral del silencio que cancela la opinión válida. 

Hace poco recordé un vídeo de un evento. Había un muchacho bailando de una forma un poco caótica, parecía no tener sentido. Nadie parecía prestarle la más mínima atención. De pronto, otro chaval decidió seguirlo. La historia es que tras este primer seguidor, todos los demás parecieron enloquecer y, en cuestión de pocos minutos, cientos de personas bailaban con el mismo estilo de aquel primer muchacho al que aparentemente nadie hacía caso. ¿Cómo encaja esto con el emperador desnudo? Pues muy fácil: el conformismo en este caso era que a todos les gustaba el baile, pero nadie se atrevía a decirlo o a mostrarlo. Esa era la espiral del silencio. En cuanto alguien con la suficiente personalidad (o desvergüenza) la rompió, todos los que pensaban como él se sintieron identificados. 

Las redes sociales y el distanciamiento en el mensaje (o con los emisores de los mismos) puede que haya hecho, de alguna manera, que sea más fácil romper con este conformismo. La gente es más crítica, más “hater”. Me voy a incluir en este grupo y voy a decir que a menudo buscamos lo que otros hacen mal, sin importarnos espirales de ningún tipo. Pero caemos en otro tipo de conformismo, que nos lleva a un sesgo grandísimo: terminamos siguiendo solamente a aquellas personas con las que solemos estar de acuerdo… Y por otra parte, cayendo también en el conformismo, tendemos a compartir lo que otros ya han compartido, aún cuando veamos al emperador desnudo. 

Me pregunto cuántos de mis amigos, colegas, contactos… caerán en esa espiral del silencio cuando lean este post o tantos otros que, en diferentes medios, he compartido. Espiral para lo bueno y para lo malo. Quizás vaya tan desnudo como ese emperador y no se atrevan a decírmelo. O quizás no me lo digan porque, realmente, puede que los que vayan desnudos sean ellos y que sientan, aunque sea de vez en cuando, que la ropa que llevan, que por momentos piensan o pensaron que era mágica, exquisita, sin igual… no les abriga nada. Quizás sospechen entonces que ellos también tienen su propia espiral y que quien que calla, más por educación que por conformismo, sea yo.  

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