martes, 7 de octubre de 2014

Inteligencia, educación y perseverancia.

En casi todos los ámbitos, pero sobre todo voy a referirme al mundo educativo, se suele tomar la velocidad o la rapidez en terminar una determinada tarea (así como en comprenderla) como una característica de estudiantes inteligentes. No dudo que esto correlacione en muchos casos, pero desconfío de esta generalización.

Asimismo, la buena memoria suele garantizar el éxito en un sistema educativo que probablemente eso es lo que promueve: la creencia en que la memoria es síntoma de capacidad intelectual. Y ya está. Y yo sinceramente pienso que una cosa es que haya también que fomentarla (es fundamental aprender a memorizar) y otra pensar que es un compartimento estanco, una capacidad innata o algo así. Nada más lejos de la realidad. Influencia genética siempre hay, pero es más que trabajable.

No digamos nada del sumiso, del que acepta las cosas sin plantearse algo más allá. 

Rapidez, memoria y sumisión. Si dispones de estas tres virtudes, el éxito en el sistema educativo está garantizado. Si no, pues tienes un problema y de los gordos. Porque cambiar el subconsciente colectivo, aunque lluevan ejemplos en contra de estas teorías, es la tarea más ardua de todas.