domingo, 29 de noviembre de 2015

La herencia y el respeto

El respeto es una de esas cosas que se pueden aprender por diferentes caminos. Sin duda, mi preferido es el ejemplo.

Lo que pasa es que estamos acostumbrados a faltar al respeto, consciente o inconscientemente. Y cuando digo "acostumbrados" estoy siendo muy simplista. Quizás, como opina Nicholas Wade en su controvertido libro "Una Herencia Incómoda", la respuesta a la predisposición a la falta de respeto esté en los genes. En concreto, a la dotación genética digamos... ¿española? ¿latina? ¿mediterránea?

Claro, los científicos sociales y los genetistas se le echaron pronto encima... que si era un racista, que si tal, que si cual... Pero no cabe duda de que determinadas razas (o poblaciones, para no ofender) tienen cierta predisposición para terminar comportándose de un determinado modo o teniendo una serie de inquietudes similares. 

Ahora bien, una cosa es la predisposición genética y otra es que, aún con alguna limitación, no se pueda educar cualquier aspecto. Aún cuando nuestros genes, los que no hablan y los que sí lo hacen (esos de los que provenimos directamente y a los que les debemos la vida), no nos ayuden mucho en ello.

El ejemplo no es que sea el mejor medio para enseñar algo, es que es el único, dicen. Exagerado, tal vez, pero muy clarificador.