martes, 11 de abril de 2017

Sobre el éxito en minibásket

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He leído con atención en los últimos días cómo muchos entrenadores están reflexionando acerca de lo que es, y también de lo que no es, el éxito en minibásket. El tema es espinoso por muchas razones:

En primer lugar, el éxito no existe per se. Hay que definirlo. Antes de comenzar cualquier proyecto, si posteriormente vamos a querer saber si hemos tenido éxito o no, tendremos que establecer previamente qué vamos a considerar como éxito.

Con una temporada deportiva por delante, lo normal es desarrollar una serie de objetivos y, sobre ellos, definir cuántos de los mismos (o en qué medida cada uno de ellos) se habrán de adquirir para considerar que la temporada ha sido un éxito. 

Una clasificación para un Campeonato de Andalucía, por ejemplo, solamente será un éxito si esa clasificación se ha establecido previamente como un indicador de éxito. Si no hay tal indicador, la clasificación no será ni un éxito ni la no clasificación un fracaso.

Específicamente en minibásket, aunque no solamente en esta categoría, este tipo de indicadores de éxito me parecen altamente perjudiciales y peligrosos; y esto no es solamente una opinión personal. Cualquiera que se interese por el tema podrá encontrar información acerca de los diferentes tipos de objetivos que se pueden definir y cómo hay algunos más saludables que otros. Eso sí: la realidad es que los clubes deberían especificar claramente cuáles son los objetivos de los equipos y compartir la planificación deportiva con los padres de los jugadores que integran, o van a integrar, sus diferentes plantillas. Y si no lo hacen los responsables técnicos de los clubes, deberían ser los padres los que se interesaran por ese nivel de seriedad en el trabajo. 

Siendo los clubes transparentes en la información, los padres podrán elegir con cierto criterio dónde juegan sus hijos. Son los padres los que deben decidir qué proyecto educativo-deportivo es el que desean para ellos. Si no hay planificación, y dentro de ella una más o menos objetiva definición de éxito, no nos engañemos: entonces no hay proyecto. Si no nos enseñan nada por escrito, es que seguramente no lo haya. Para mí es totalmente lícito que los padres elijan un club que suele ganar muchos partidos, pero que no tiene proyecto, a uno con proyecto, pero que suele ganar menos. Es su decisión.

Que los padres no se preocupen por esto nos puede llevar a un nivel de análisis muy profundo y complejo, que podría ir desde el desinterés al simple desconocimiento. Que los clubes no tengan proyecto se puede analizar de una forma más sencilla y directa: entra en el terreno de la mala praxis profesional. Recurrir a la excusa de la "no profesionalidad" (en referencia a no tener un sueldo) para no tener un proyecto por escrito puede ser una razón más que de peso para que los padres renuncien a dejar la formación educativo-deportiva de su hijo o hija en manos de quien así se define.

En segundo lugar, existe una tendencia general a sobrevalorar a aquellas personalidades que se han ganado cierto  reconocimiento social por sus habilidades o desempeños. El caso de los deportistas es el ejemplo por antonomasia. La publicidad es consciente de ello y son pocas las marcas comerciales que no se suelen rodear de personalidades deportivas para promocionar éste o aquél producto que poco o nada tiene que ver con la actividad profesional que ellos desarrollan y con la que han alcanzado sus cotas de visibilidad e influencia. En este sentido, su éxito no solamente se extrapola, sino que se piensa que se contagiará. Y piensan bien las marcas. 

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Con los entrenadores de baloncesto en particular pasa algo parecido. Opiniones muy válidas, incluso hechos contrastados, a menudo son dejados de lado, omitidos, desechados e incluso, en algunos casos, ridiculizados por no contar con el altavoz general y la credibilidad que te suelen ofrecer las victorias, los campeonatos, las medallas... Y ya no digamos la profesionalidad (entrenar en ligas profesionales): ¿No sabrá más un entrenador ACB que el entrenador del club de baloncesto de mi barrio? Pues abran los ojos, señores: puede que la respuesta sea precisamente "no, no tiene por qué". Porque las semejanzas entre el minibásket y ese baloncesto televisado son tan numerosas como las diferencias. Y las opiniones de entrenadores de equipos de ligas profesionales deben ser valoradas en su justa medida. Sobre todo porque después se pasan por alto otras que, con todo el respeto del mundo, son mucho más valiosas dentro del minibásket que la de cualquier entrenador que haya ganado una medalla olímpica. Por ejemplo, un nombre: Maurizio Mondoni. Si entrenáis en minibásket y no lo conocéis, ya tenéis por dónde empezar.

Otra situación que también se da a menudo es el cambio de criterio entre aquellos que han abrazado el profesionalismo (nuevamente me refiero a las ligas profesionales) con respecto a ellos mismos cuando entrenaban en esas categorías a las que se refieren. Pero esta es otra historia, también compleja, aunque muy sencilla de entender: el camino más rápido para llegar a una liga profesional comienza ganando y ganando mucho. Sin embargo después, cuando se llega a las ligas profesionales, bien en un acto de conciencia o arrepentimiento, o bien solamente por un episodio de amnesia, se aconseja otro tipo de trabajo en minibásket que, como digo, es en muchas ocasiones diferente al que hicieron ellos y que les llevó a su posición actual. Comprensible o no, así están las cosas.

Así pues... ¿son los entrenadores de ligas profesionales los más adecuados para definir qué es el éxito en minibásket? Yo tengo mis dudas... pero hay un hecho evidente: cuando alguien lleva razón, el contenido es más importante que el emisor

En tercer y último lugar quería hablar de aquellos que definen el éxito en función de sus intereses. Para estos, la misma acción o suceso significa un fracaso rotundo en los demás, pero sorprendentemente es un éxito cuando autoevalúan sus acciones o competiciones. Y viceversa. Es el problema de estar inmersos en estructuras como las que describía hace unos párrafos: sin proyecto, donde el éxito se convierte en una valoración sin punto de referencia

En ocasiones, como ocurre en el caso de las selecciones provinciales, autonómicas o nacionales, incluso hay quienes recomiendan y pretenden imponer una determinada filosofía o idea de juego en minibásket porque "así es como hay que jugar". 

Uno de esos mantras que se repiten hasta la saciedad es que "hay que jugar rápido" porque sí. Para ello se ponen de acuerdo con el estamento arbitral y se estipula reglamentariamente que, por ejemplo, no se controle el saque por parte del árbitro cuando se comete una violación. ¿Por qué? Quizás sea lo más positivo, pero ¿está contrastado? ¿Realmente es lo mejor? Y en cualquier caso, ¿lo mejor para qué? 

Esto que comento quizá pueda extrañar a quien me conozca, pues sabe que a mí me encanta el juego rápido... pero ojo: no a cualquier precio. ¿Conocéis algún equipo a los que la velocidad les afecte negativamente en cuanto a su desarrollo técnico/táctico? Yo, desde luego, sí. Y se premian errores graves con aplausos si terminan en canasta. 

Así que si se define el éxito como "ir al Campeonato de Andalucía" y se olvidan otros indicadores de éxito como "que JCB ocupe calle central", "que se finalice con una u otra mano en función del espacio y el defensor" o "que se pare al JCB si su par defensivo no ha llegado" y cosas así, estaremos ofreciendo una visión del minibásket que, aunque no se pregone, dice: lo más importante es ganar. Y todo lo demás es, como leía hace poco, llorar.

Y se llora. Vaya que si se llora. Lo difícil es darse de cuenta de quién llora sin razón, quién por una injusticia y quién, simplemente, de pena.

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