jueves, 11 de octubre de 2012

Un solo poseedor


Quizá sea una cuestión práctica, de velocidad, la razón por la cual en el mundo del baloncesto se habla tanto de "mi jugadora o mis jugadoras". Claro, son "mías" porque yo las entreno. Quizá no haya mala fe o simplemente esto no se crea, pero ya expuse mi opinión sobre la importancia del lenguaje en el post anterior. Al final, cuando una frase tiene fuerza, uno la termina creyendo e interiorizando. Y aquí, hablar de un solo poseedor nos puede llevar a un problema grave.
 
Es sumamente fácil establecer una relación de apego con el equipo que entrenas. Sumamente fácil si no se está preparado, conociendo que esto existe o puede llegar existir. Para que no se dé, hay que estar un poco al margen. Siempre se puede e incluso se debe tener cierto vínculo emocional que te ayude en tu Dirección de Equipo, pero sin que éste sea excesivo. Para transmitir ilusión, ese amor al juego del que hablaba en el primer post, hay que estar ilusionado; si no se tiene ilusión es muy difícil contagiarla. Pero si el vínculo emocional cruza una determinada línea, no sólo estaremos poniendo en riesgo a las jugadoras del equipo, sino también a nosotros mismos.

 
 Un ejemplo claro se puede ver cuando un entrenador deja de entrenar a un determinado grupo. Sobre todo si la decisión no termina de ser suya, o la toma con la boca pequeña quizá esperando que lo convenzan de lo contrario. Estos entrenadores se resisten a desligarse del grupo. Puede que se conviertan en un espectador más de los partidos de los fines de semana, para no terminar de desconectar. Incluso algunos terminan bajando a la pista y haciéndose notar, intentando hacer ver que sigue ahí, aunque esto no sea precisamente lo que necesitan las jugadoras. Incluso quizá en alguna ocasión, en el peor de los casos, hasta alardeen de que el equipo jugaría mejor con ellos y pierdan la objetividad de los resultados que ellos mismos obtuvieron anteriormente. Toda una herramienta de "supervivencia psicológica" para sentirse mejor. En realidad, están ejerciendo el derecho que todos tenemos a hacer el ridículo... un ridículo muy probablemente inducido por el vínculo emocional pernicioso establecido.

No es nada raro que esto le ocurra a los entrenadores más jóvenes, cuando la distancia de edad con las jugadoras que entrena es muy cercana. Hay muchos ejemplos, incluso, de relaciones personales y sentimentales, más o menos duraderas (normalmente lo segundo) que han empezado a partir de un rol entrenador-jugadora. De esto también saben bastante algunos clubes de aquí de Cádiz. Lo triste es que hablamos de categorías de base y eso significa que la jugadora es menor de edad en una gran mayoría de casos... no así el entrenador, que suele rondar la década con el carnet de conducir... o más. Obviamente, mi opinión es que no es, como mínimo éticamente, correcto, si se me permite el juicio. Algunas veces corresponderá a los padres de la jugadora juzgar esa situación... pero otras debería ser un verdadero juez. Y siempre, intervengan o no los padres o la ley, la Presidencia del Club, pues tendría que cuidar la imagen que este entrenador da de la Entidad. Lástima que no se suelan enterar ni unos, ni otros... o no quieran enterarse. Sí, definitvamente creo que es la segunda opción. Sin duda, estos entrenadores son un lastre para un Club que valore la ética deportiva.

Por todo ello, para no irme demasiado por las ramas (o por más ramas), siempre he creído que habría que optar, al hablar, por la opción de "varios poseedores", es decir, podemos utilizar la primera persona, pero un "nuestras jugadoras" es mucho más positivo que "mis jugadoras"... Porque no olvidemos que desde el punto de vista eminentemente baloncestístico, las jugadoras pertenecen a un determinado Club, y los entrenadores somos simples fichas que están a disposición del Club, pudiendo asignarnos allá donde más falta hagamos. Se entiende a su vez que corresponde a la ética del Club, siempre que esto no esté por escrito, el respetar las condiciones por las que cada Club ficha a un determinado entrenador, que pueden ser muchas y variadas. Ahí ya no entro... pero lo que está claro es que el entrenador no es el único poseedor y las jugadoras no son su tesoro.




 

5 comentarios:

  1. Lo del vínculo emocional puedo entenderlo desde el cariño, pero tio, espero que no se refiera a relaciones sentimentales, sino, me retiro del deporte... en general. Que mas puedo decir después de lo aquí redactado...

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  2. Con lo del vínculo emocional "sano" me refiero a que el entrenador y el equipo tiene que conectar. Un equipo comprometido está conectado...
    Por otra parte, relaciones sentimentales siempre han existido y el que más y el que menos conoce algún caso...

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  3. Más bien relaciones sexuales es lo que algunos adultos depravados, buscan en adolescentes enamoradas de una figura "todopoderosa" como es la de su entrenador. Perdón, en estos casos evidentemente no se merecen recibir este calificativo de entrenador.

    Un saludo desde España y enhorabuena por este magnífico blog

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  4. Creo que hablar de un sólo poseedor, transmite que dicho supuesto poseedor quiere que se le reconozca a través de esas posesiones. Hay personas que no saben crecer solas, que no se conforman con mirarse al espejo y ver sus logros personales y sonreir, necesitan que se les reconozca a través de otras, que se les de el aplauso o la palmadita en la espalda, porque sino, sienten que no han logrado nada. Entonces es cuando verdaderamente pierden el norte de su función, y lo más probable es que no logren nada. Y cuando eso ocurre, deja de tener sentido ser entrenador, pues no se va a mirar al equipo como un conjunto al que se quiere ayudar a crecer, a mejorar, a que se esté o no sepa hacerlo por lo aprendido...sino como una prolongación del yo. Ese yo se nutrirá de cuando se tenga éxito pero...jamás crecerá, se estancará, se cansará y acabará dejándolo, viendo desde la grada en un segundo plano esa parte estacanda, pensando que no podrá crecer sin uno, y haciendo uso de ese derecho del que hablas...

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    1. Completamente de acuerdo. Cuando necesitamos que se nos reconozcan los éxitos externamente... todo se complica.
      Gracias por el comentario.

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