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sábado, 21 de noviembre de 2015

Traficantes de ilusión

Destacar es complicado. Y no hablo de lo difícil que es, normalmente, llegar a sobresalir en cualquier ámbito y lo que ello implica (esfuerzo, sacrificio, inconformismo, etc.), sino que el mero hecho de llegar a destacar conlleva una serie de dificultades que en ocasiones se hacen insoportables. Incluso en contextos determinados se da el fenómeno de la conformidad social, conocido en diversos ámbitos por el síndrome de Solomon debido al psicólogo que lo estudió de una forma muy original (Solomon Asch): 7 sujetos en una sala. 6 de ellos eran sus ayudantes, pero el séptimo no lo sabía, sino que pensaba que estaban allí para hacer un estudio de percepción visual. Debían elegir, entre tres trazos de una línea recta de diferentes tamaños, el que era exactamente igual a la muestra dada. Estos trazos se mostraban en una pantalla y los sujetos debían contestar por orden y en voz alta. El séptimo sujeto, el experimental, contestaba siempre en último lugar. Aunque solía empezar muy seguro de sí mismo y manteniendo su opinión, normalmente terminaba contestando exactamente igual que sus 6 primeros compañeros, quienes erraban voluntariamente. En más del 70% de los sujetos sucedió esto en alguna pregunta, aún cuando pensaban que los demás estaban totalmente equivocados, ya que en muchas ocasiones estaba realmente clara la respuesta correcta. Da qué pensar: el que destaca se echa para atrás, se acomoda, se conforma. Ir siempre en contra de la opinión mayoritaria de un grupo parece ser insostenible incluso llevando razón...

lunes, 2 de noviembre de 2015

Aprendizaje por observación


Albert Bandura es, probablemente, el psicólogo vivo más influyente, más citado y en general, más reconocido en el mundo actual. Sus investigaciones sobre el aprendizaje social, la teoría social, el aprendizaje vicario o el aprendizaje por modelado son historia de la Psicología.

Efectivamente, sin su figura es difícil comprender cómo el movimiento conductista fue evolucionando hacia el cognitivismo. De hecho, a menudo se le considera el padre del movimiento cognitivista. La explicación es muy simple:

En sus primeros años en Standford, donde todavía colabora a día de hoy con 90 años, estudió sobre todo la agresión en adolescentes. Él, como el resto de conductistas clásicos, pensaban que el ambiente de la persona condicionaba su carácter. Nada interno, "subjetivo", podía condicionarlo. Pero Bandura se terminó desmarcando de esta opinión y abrazó la idea de un Determinismo Recíproco: el ambiente crea el comportamiento, sí, pero también el comportamiento crea el ambiente... lo cual está a un paso del cognitivismo. Y con esto es fácil estar de acuerdo incluso aplicando la Psicología -no científica- del sentido común. Al menos es así si te dedicas al mundo educativo en cualquiera de sus modalidades, pero quizá sea más fácil verlo y/o deducirlo con niños y adolescentes.

jueves, 23 de julio de 2015

El líder positivo

Trabajar con grupos no suele ser sencillo. Es de sentido común deducir que el grupo es bastante más que la suma de los individuos que lo componen... Además, si se estudia en serio el tema, no hay lugar a dudas. Profundizar en la Psicología de los Grupos, como materia académica, me parece extraordinariamente interesante... sobre todo si te dedicas profesionalmente a la gestión de los mismos.

Una de las creencias populares que se dan acerca de los grupos es la de que si está "hecho" es más fácil de gestionar. Puede ser que a veces sea así, pero empezar a trabajar con un grupo ya formado, "hecho", es contraproducente en muchas ocasiones, aunque pueda parecer todo lo contrario.

martes, 7 de mayo de 2013

Justificaciones


Desde hace ya mucho tiempo que intento que mis juicios, públicos o no, no emerjan solamente de lo que veo u oigo. Muchas veces me han preguntado por lo que pienso durante el periodo de reflexión en el que intento encajar mentalmente los datos que voy recibiendo. Hay gente a la que incluso le molesta que permanezca callado en esos momentos, pero es que me gusta estar seguro de lo que respondo... y cuanto más tiempo tengo para ello, por regla general, más lo estoy. 

Cuando simplemente se trata de una opinión, tampoco es algo trascendental: la das, si quieres, y ya está. Además la puedes matizar o condicionar, lo que constituye mi práctica habitual cuando creo que ese periodo de reflexión del que hablaba no ha sido el suficiente (o el conveniente): "Si esto es así, pienso de tal manera; si es de aquella otra forma, pues pienso de este otro modo...". Creo que todo el mundo entenderá a lo que me refiero, aunque mi explicación sea algo tosca.

Al mismo tiempo, cuando de justificaciones se trata, es curioso porque me he sorprendido a mí mismo actuando desde un punto de vista particular: pensando que las personas a las que me dirigía iban a pensar exactamente igual que yo. Obviamente nadie piensa de manera idéntica a otra persona, pero me imaginaba que el proceso por el que pasarían sería semejante al mío... Ahora ya no sé si me explico.