¿Quién entrena a mi hijo?

La formación del entrenador de baloncesto

Una de las guerras aún no ganadas por distintas federaciones deportivas, no sólo las de baloncesto, es el tema de la formación de sus entrenadores.

No voy a entrar en las estrategias de éstas para conseguir que aquel que quiera entrenar se convierta en entrenador, es decir, que obtenga el título a través de los procesos formativos convenientes. Además, supongo que tanto la que lo está haciendo bien como la que tiene muchas cosas que mejorar, tendrán que seguir poniéndose las pilas (o empezar a hacerlo) para adaptarse a la nueva regulación oficial, hace tiempo iniciada en varias Comunidades Autónomas. Particularmente, espero con impaciencia este momento.

Tampoco voy a entrar en la ética de una persona que se dedica a hacer una actividad simplemente porque le gusta y recuerda lo que otros hicieron con él... Aunque puede que, con un poco de suerte, esta persona reproduzca los aspectos positivos. Pero la gente que pone en práctica esos aspectos positivos es porque identifica muchos otros que no lo son tanto, es decir, que tiene una inquietud por mejorar... Inquietud que es precisamente la base de esa ética de la que hablaba. Y las personas adscritas a esta ética "universal" terminan buscando la formación antes mencionada.

Pensaba terminar el párrafo anterior con un "Allá cada uno con su ética", pero realmente pienso que habría que intentar modificar las mentes egocéntricas o simplemente incapaces de ver más allá; incapaces de pensar que están cometiendo la más absoluta imprudencia, puede que por simple desconocimiento, o quizás incluso tengan una especie de lista negra de "personas que no les pueden enseñar nada". De todos y de todo se puede aprender si se tiene la mente abierta.

También podría hablar de los clubes que dejan a "los no adscritos a la ético" a cargo de algún grupo de jugadores o jugadoras, o incluso de alguna Federación que confía en "pseudoadscritos"... pero eso será tema de otro post.

Hoy quería detenerme en las familias, sencillamente porque creo que son la base de todo. ¿Cómo pueden cambiar las familias esta situación? Bueno, quizá la pregunta sea: ¿Se preocupan las familias de la formación que tiene un determinado entrenador? O simplemente: ¿Quién está entrenando a mi hijo?

En muchas ocasiones se valora la experiencia de una determinada persona a la hora de valorar su capacidad para poder o no entrenar. Si esta persona es ex-jugador, por ejemplo, esa experiencia muchas veces ni se cuestiona, pues obviamente ha participado en tantos entrenamientos a lo largo de su vida, que tiene un bagaje a sus espaldas lo bastante amplio como para hacerse cargo de cualquier grupo... Me gustaría saber, por simple curiosidad, si quien piensa así se pondría en las manos de alguien que ha sido operado 15 veces, practicándole siempre la misma intervención, pero que no tiene ningún tipo de formación en Medicina y Cirujía. Ahora bien, la experiencia en un quirófano no se discute... Pero como paciente.

Por otra parte, esa experiencia posee, cuando es grande, una curiosa connotación positiva que me es difícil compartir. ¿Acaso alguien que repite siempre los mismos errores tiene una experiencia valorable positivamente? Creo que tenemos que evaluar las competencias de cada persona singularmente, más allá de su experiencia en cualquier ámbito. Una trayectoria de 20 años de experiencia puede ser un lastre muy pesado para aquel que descuidó su formación continua, que no se preocupó de autoevaluarse, que sigue reproduciendo entrenamientos de otra época... O peor: los que él mismo sufrió.

Es por esto que, desde el punto de vista de un Club, se debería meditar muy bien a quién elegir tanto para guiar la actividad puramente deportiva o técnica del Club, como para dirigir cada uno de los grupos de jugadoras y jugadores. Sin duda que lo pensarían mejor si las familias se preocuparan más por la formación e inquietudes del entrenador en cuestión, más allá de su experiencia.