Yo que siempre he defendido los proyectos educativos a largo plazo, la confección de un currículo lógico en una institución deportiva, el seleccionar los contenidos de una forma científica para poder construir el juego a través de una secuencia de complejidad creciente... y en definitiva, que un determinado Club tenga una filosofía propia, pongo en duda todo esto por otra visión más romántica...
Resulta que jugadores y jugadoras de formación, al menos un gran número de ellos, viven los meses desde que acaba una temporada, hasta que empieza una nueva, de una manera especial. Es cierto que muchos clubes ya tienen cerrados sus entrenadores, pero también sabemos que en muchas ocasiones los coaches escasean... especialmente los buenos. Y además, siempre puede haber cambios de última hora relacionados con los trabajos, las familias... o que un determinado entrenador decida cambiar de aires, ¿por qué no?
La pregunta es totalmente lógica y puede ser más o menos profunda, es decir, que se puede plantear por simple curiosidad, por saber si es más o menos joven el entrenador que me va a tocar o, quizás, por intuir si se va a trabajar más individualmente o más colectivamente (o directamente si no se va a trabajar, que también podría ser...). A lo mejor unos le prestan más atención a las relaciones sociales y otros al trabajo técnico-táctico. O puede que simplemente preocupe si el entrenador en cuestión corre de aquí para allá durante todo el entrenamiento animando a sus jugadores o quizás pegando gritos ante los fallos... u otra opción sería la inquietud por si "pasa un poco del tema" y aprovecha para ver las noticias en el móvil o jugar al Fifa... A saber...
Y esta incertidumbre, que en algunos casos se asemeja a las mariposas en el estómago de otras situaciones, crea un romanticismo particular en los momentos previos a la pretemporada... porque la competición puede ser totalmente diferente dependiendo del entrenador que te dirija... Y lo que hiciste el año anterior, quizá se parezca bien poco a lo que harás este año. Así que, a priori, todos contentos... En el "peor" de los casos (la diferencia total), se conocerán cosas nuevas. En el "mejor", lo que se hizo el año anterior servirá para éste. A posteriori ya es otra historia...
Los que no suelen estar tranquilos son los padres. ¡Normal! El romanticismo y los padres debe ser complicado. Tranquilizaría saber lo que te vas a encontrar y lo que no, seguro. Pero si no se sabe, simplemente habrá que esperar que a tus hijos no les rompan el corazón. Así es la vida del romántico: vivir intensamente las alegrías y las penas. Y si pasa lo que nadie quiere, pues tocará lo que le toca hacer a un padre: brazo alrededor del hombro, escuchar para comprender, animar... y ayudar a encontrar soluciones. Total, "un clavo saca otro clavo" y quizás el romanticismo de una nueva temporada ayude a paliar los sinsabores de la anterior... o a olvidar esa relación que, haciendo balance, realmente a ti no te aportó nada.
Fantastico articulo :)
ResponderEliminarAunque en mi caso el romanticismo forma parte del entrenador. En menos de un mes ya empezamos a entrenar y aunque deseoso de disfrutar del verano también hay ganas de estrenar la temporada. De ver como vienen del verano las chicas, con que ilusiones, con que deseo y pasion por nuestro deporte.
Estos no son dias de ponerse delante del ordenador, pero hay que programar la proxima temporada y es cuando la ilusion por entrenar crece cada instante. Corrigiendo los errores de la temporada pasada (que se habian ido anotando en un documento) e introduciendo nuevas ideas y dinámicas propias y ajenas (de charlas con otros entrenadores, de los cursos de formacion...) ves que la hoja de ruta que estas confeccionando es la mejor que puedes ofrecer a tus jugadoras.
Y cuando das lo mejor de ti sobre el papel solo tienes ganas de ver el proceso en accion.
Que bonito es todo cuando se hace con pasion.
¡Gracias Joan!
ResponderEliminarBueno... yo soy precisamente de los que les gusta pegarse al ordenador sea la estación que sea... y que importante es, como dices, la pasión. Totalmente de acuerdo.
¡Un abrazo!