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sábado, 18 de octubre de 2014

Gestionar la justicia

Cuando se está entrenando se suele caer en el tópico de decir aquello de "juega quien se lo merece". Como casi todos los tópicos, son más reales oral que factualmente. Vamos, que "del dicho al hecho hay un trecho".

No obstante, por suerte o por desgracia, hay muchos entrenadores que no solamente lo dicen, sino que además lo hacen. Si hay que aplaudirles o no es algo que veremos después. 

En muchas ocasiones se suele dividir a los entrenadores en dos tipos (en realidad, en muchos más de dos, así que "touché": acabo de escribir otra de esas frases hechas o tópicos que se suelen decir y que acabo de criticar). Unos son los entrenadores de rendimiento y otros los entrenadores de formación. Es a los segundos, precisamente, a quienes se les suele relacionar con eso de "juega quien lo merece", o que "el banquillo educa", o seguramente también la de "si no entrenas bien, no juegas". Parece lógico que así sea... Ahora bien, ¿hasta que punto es lógico que un entrenador de rendimiento también lo haga?

En un equipo diseñado para ganar por encima de cualquier otra cosa, hay que hacer un análisis muy claro de los beneficios y perjuicios de seguir una determinada filosofía. Me explico con una hipótesis, elegida de entre los múltiples ejemplos de ellas que podría poner: si quiero tener a todo el equipo "enchufado", podría optar por repartir minutos. Si reparto muchos minutos, hay jugadores importantes que van a jugar menos de lo que querrían. Y los jugadores, no descubro nada nuevo, suelen ser egoístas por naturaleza. Así que el primer gran problema es convencer al jugador acostumbrado a jugar 30-35 minutos de que jugando 20-25 van a conseguir mejores resultados. Si los convences y se gana, credibilidad absoluta. Si lo convences, pero no se gana, la credibilidad se irá diluyendo con el tiempo, a veces casi inmediatamente, dependiendo bastante a menudo del apoyo interno y externo a las teorías del entrenador. Si desde el principio no lo convenciste, a buen seguro que el fracaso con ese jugador está cercano.

Ahora bien, el reparto de minutos se dará siempre que los jugadores lo merezcan... y claro, el criterio suele ser el de que se lo ganen en los entrenamientos. Más complicaciones porque, ¿qué criterio seguimos? ¿Esfuerzo? ¿Actitud? ¿Decisión/lectura? ¿Acierto? ¿Salud? ¿Implicación? 

Cuando uno entrena para ganar, tiene que aceptar el hecho de que puede disponer de jugadores que, aún sin esforzarse lo suficiente, sigan siendo mejores que los demás. Cuando uno entrena para ganar tiene que ponderar el hecho de que aún dando el grueso de sus jugadores un paso al frente, el equipo no alcanzará mejor rendimiento que con el crack al 100%. Así que, ¿qué es lo que podemos hacer?

Yo, desde luego, admiro a los entrenadores con la obligación de ganar y que suelen ser justos, porque la gestión de la justicia nunca es fácil. Esos que no se casan con ningún crack porque para ellos, todos (o todas, pensando especificamente ahora mismo en un entrenador en concreto) son iguales de importantes. Si un entrenador no tolera la falta de intensidad, la jugadora debe ir al banquillo... y de poco importa el nombre que lleve en la camiseta. La tarea difícil es precisamente ésa: cómo ser justo sabiendo que la aplicación de tu justicia quizás no permita el desarrollo máximo del equipo... o todavía más importante y prácticamente derivado de lo anterior: cómo convencer a la crack para que esté involucrada, que es una tarea mucho más difícil que la aplicación del "castigo" del no jugar.

Como digo, admiración máxima para los justos... y la mayor de las suertes porque, ¿acaso hay alguien que merezca más suerte que aquel que es justo?

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