En más de una ocasión he escuchado: "Prefiero pedir perdón a pedir permiso". No estoy muy de acuerdo con esta idea. Está claro que vivimos en unos tiempos en los que el respeto a todo se ha convertido en un deber que, desde mi humilde punto de vista, no siempre debería ser tal, pero hay que tener la cabeza en su sitio y el que pide respeto para sí mismo, igual tendría que pensar en respetar a los demás.
Todos, cada día, vivimos situaciones que pueden ser interpretadas como faltas de educación por unas personas y, sin embargo, para otras pueden carecer de total importancia. Esto es muy complicado y escudarse en una manera de ser para justificar actos no empáticos, que considero la más exquisita de las "educaciones", para mí no es excusa suficiente. El "yo soy así" está bien... Está bien de casi todo, menos de inteligencia. Al menos emocional. Cuando escucho esa frase sonrío a medias y decido pasar del tema: estamos en esferas diferentes de comprensión y/o interpretación de la realidad.
El problema es cuando estos comportamientos salen a relucir en niños, preadolescentes y adolescentes. ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos respetar que "sean así"? ¿Son así o se están haciendo así? ¿Qué es lo mejor para ellos? ¿Qué es lo mejor para todos? ¿Pensamos en ellos o en todos al querer solucionarlo? Es muy difícil.
Por otro lado está el caso contrario: quien no habla por no molestar. Estas personas merecen tanta atención o más que las otras, aunque a veces suceda que pasen desapercibidas en múltiples situaciones. Pero en un equipo sí que llaman la atención y es fundamental solucionarlo, más si cabe cuando detrás de esta actitud normalmente se esconde una persona excelente, buena y humilde. Estas son las personas que yo llevaría por bandera a todos sitios, así que deben levantar la cabeza y mostrarse como son: espectaculares.
Los fundamentos individuales son a menudo deberían ser el eje sobre el que giran las planificaciones (sí: hay entrenadores que las confeccionan) y entrenamientos (sí: también hay entrenadores que los plasman por escrito) en un equipo de formación. Podríamos decir que ocupan deberían ocupar el 70% del tiempo. Eso dejaría un 30% para los fundamentos colectivos. Hasta aquí todo claro, pero ojo: ¿Cómo se pondera el trabajo conceptual? Es decir, ¿damos por hecho que los jugadores de un equipo de formación saben pertenecer a un equipo? Dar algo por hecho es el primer paso para fracasar precisamente en eso.
Para estar en un equipo hay que, entre otras cosas, hacer una serie de sacrificios o concesiones y algunas de estas tienen que ver con el comportamiento o el carácter. Nuestra forma de ser tiene que encajar en el equipo y, por respeto a él (es decir: a todos sus componentes), a veces hay que mostrar prudencia y quedarse al margen y otras veces es justamente todo lo contrario.
Tan perjudicial es no enseñar a ser prudente a los que no demuestran demasiada empatía, como no conseguir que las personas que son reservadas dejen de serlo. Más si cabe cuando pensamos que son fundamentales para la dinámica y el juego del equipo.
Las primeras, si no se corrigen, terminarán siendo el típico chico o chica que al margen de su calidad técnica, nadie aguantará. Las segundas serán aquellas otras que no explotaron su potencial. El sacrificio de las primeras será superar su fase egocéntrica. El de las segundas, pensar un poco más en la cantidad de cosas positivas que poseen y realizan, y participar en las dinámicas grupales, por estúpidas que puedan parecer éstas. Ambos son sacrificios, lo cual significa que hay que hacer un esfuerzo en ellos y por ellos. Hay que marcarse pequeños objetivos conductuales a corto plazo para que a largo plazo se tenga éxito. No es fácil cambiar una forma de ser, pero con voluntad es posible.
Para estar en un equipo hay que, entre otras cosas, hacer una serie de sacrificios o concesiones y algunas de estas tienen que ver con el comportamiento o el carácter. Nuestra forma de ser tiene que encajar en el equipo y, por respeto a él (es decir: a todos sus componentes), a veces hay que mostrar prudencia y quedarse al margen y otras veces es justamente todo lo contrario.
Tan perjudicial es no enseñar a ser prudente a los que no demuestran demasiada empatía, como no conseguir que las personas que son reservadas dejen de serlo. Más si cabe cuando pensamos que son fundamentales para la dinámica y el juego del equipo.
Las primeras, si no se corrigen, terminarán siendo el típico chico o chica que al margen de su calidad técnica, nadie aguantará. Las segundas serán aquellas otras que no explotaron su potencial. El sacrificio de las primeras será superar su fase egocéntrica. El de las segundas, pensar un poco más en la cantidad de cosas positivas que poseen y realizan, y participar en las dinámicas grupales, por estúpidas que puedan parecer éstas. Ambos son sacrificios, lo cual significa que hay que hacer un esfuerzo en ellos y por ellos. Hay que marcarse pequeños objetivos conductuales a corto plazo para que a largo plazo se tenga éxito. No es fácil cambiar una forma de ser, pero con voluntad es posible.
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