Steve Jobs no concedió muchas entrevistas en su vida, pero en 1995, un año antes de volver a Apple después de que lo echaran 10 años antes (habiendo fundado la misma), estuvo más de una hora hablando distendidamente sobre bastantes cosas. La enlazo al final del post por si alguien quiere disfrutar de la personalidad de alguien tan influyente en el mundo actual... y de sus anécdotas.
Tiene varias muy buenas. La primera que cuenta, por ejemplo, es brutal... Simplemente se le ocurrió fabricar unas cajitas azules para llamar gratis internacionalmente por teléfono por diversión, algo que le resultó bastante sencillo...
Pero me quedo, sin lugar a dudas, con la anécdota que pone de ejemplo para explicar el trabajo en equipo, su manera de dirigir. Una anécdota que le ocurrió siendo un niño y que es una de esas cosas que le marcan la vida a un genio... Y por tanto es algo que, por lo menos a mí, me merece la pena escuchar.
Resulta que el bueno de Steve ayudaba a uno de esos vecinos mayores que parece que casi todos los estadounidenses tienen o han tenido. Ya sabéis: la típica imagen del vecino con el chalecito, adosado o no, con su jardín que hay que arreglar de vez en cuando (cortar el césped y esas cosas...). Un buen día, el vecino de Steve le enseñó su pulidora de piedras, algo que le pareció muy rudimentario, hecha con elementos caseros que se podrían encontrar en cualquier sitio. El caso es que el vecino le instó a coger dos piedras del jardín, irregulares en todos los sentidos y sencillamente feas, y meterlas en la lata que constituía el elemento principal de la pulidora. La puso en funcionamiento y le dijo "Ven mañana". Al día siguiente, cuando Steve se levantó y fue al garaje de su vecino, sacó de la lata de la pulidora dos piedras completamente rodadas, con los contornos redondeados y suaves, de esas que se pueden utilizar de adorno prácticamente en cualquier parte debido a su belleza. La cinta que movía la lata de la pulidora había hecho su trabajo: durante toda la noche había estado agitando la lata para que las piedras chocaran entre sí. Precisamente la fricción de las dos piedras había dado como resultado un producto final extraordinario. Y aquello marcó profundamente a Steve.
Jobs pone esta anécdota de ejemplo para justificar el tipo de trabajo que realizaba con su gente. Al final, la moraleja de la historia es que personas muy diferentes entre sí, con puntos de vistas opuestos en su trabajo, pueden trabajar juntos. Sus confrontaciones mejorarán el producto final, que es de lo que se trata.
Siempre he encontrado muy inspiradoras las palabras de este hombre. Sobre todo la manera que tenía de ver las cosas y de buscarles la explicación más positiva: "Esto me servirá para algo en el futuro". No sé si era un auténtico genio, simplemente un visionario... o ambas cosas.
El caso es que el ejemplo de la pulidora de piedras es genial, aunque también Steve advierte que es muy complicado ser esa "cinta", es decir, ser el coach que promueve ese tipo de trabajo en equipo entre personas que, seguramente, no habrían trabajado nunca juntos de no haberlos integrado él en el mismo grupo.
En baloncesto se me ocurren dos analogías muy claras: por una parte la figura del Director Técnico, que de alguna manera podría ser nuestro Steve Jobs particular y promover un trabajo en equipo real de todos los cuerpos técnicos. Por otra parte el propio entrenador, siendo los jugadores esas piedras que hay que contornear. En este último caso, no se trata de hacer piedras exactamente iguales, sino pulir las que tenemos, cada una con sus diferencias... Cómo lo hagamos siempre es una decisión nuestra que dependerá de muchas variables, entre ellas principalmente de las personas que dirigimos y de nuestra propia personalidad, pero sin perder de vista el producto final. Hasta el multimillonario Jobs advertía que si se pierde de vista el producto final y sólo se piensa en el dinero (o en nuestro propio éxito), la empresa estará abocada al fracaso...
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