Debate en las XV Jornadas de Actualización en Psicología del Deporte
Sí, el título no es una pregunta ni nada por el estilo. Es una afirmación rotunda... y no porque yo esté de acuerdo, sino porque la sociedad así lo está imponiendo. Cuando menos lamentable. Pero lo más lamentable de todo es que no hagamos nada para cambiarlo.
Me preocupa bastante ver a psicólogos bien formados, a nivel de Máster Universitario, comentar que el insulto en ciertos ámbitos, por ejemplo en el fútbol, es normal. ¿Normal? ¿Hablamos de Matemáticas? Bueno, quizás sí es normal matemáticamente hablando. Pero otra historia es que sea aceptable... y perdonadme si afirmo que no es aceptable insultar a un jugador.
Llegados a este punto, a mí me gustaría matizar cierta cuestión acerca del insulto. Creo que éste tiene un componente cultural y personal importante. Me explicaré mejor. Por ejemplo, enseñar la "V" de la victoria con la palma de la mano mirando hacia ti, con el puño cerrado (excepto los dedos índice y corazón, que forman esa "V") a cualquier español puede que resultase llamativo, pero no lo consideraría un insulto. Ahora bien, si el mismo gesto se lo hacemos a un londinense, por ejemplo, poco más que lo entendería como un "corte de mangas" de muy mal gusto. Para entender esto nos tendríamos que remontar a cierta guerra entre Francia e Inglaterra, donde los franceses cortaban esos dos dedos a los arqueros de élite ingleses (son los dedos con los que se disparaba el arco).
De la misma manera, si llamamos "gorda" a una chica de Secundaria que encima piensa que pesa algún kilo de más, aunque no sea objetiva, no es lo mismo que si lo hacemos con nuestra sobrina preferida a la que se lo hemos llamado desde que era pequeñita y se lo toma como un "nick" cariñoso.
Y por supuesto, también podríamos hablar de la intención y el tono con el que se dice, algo que el lenguaje escrito difícilmente es capaz de transmitir.
Y por supuesto, también podríamos hablar de la intención y el tono con el que se dice, algo que el lenguaje escrito difícilmente es capaz de transmitir.
Así pues, creo que la regla que debe cumplir todo insulto es que la persona a la que se insulta, se haya hecho con intención o sin ella, debe entenderlo como tal. Debe sentirse insultada.
Todo este debate surgió en las XV Jornadas de Psicología del Deporte que organiza la UNED y que dirige magistralmente José María Buceta, cuyo blog podéis visitar pinchando en el enlace de mi lista de blogs. Sin duda que leer sus posts merece más que la pena, pero escucharlo es simplemente espectacular.
En estas jornadas charlamos sobre el insulto a partir de la polémica surgida con Ana Tarrés, ex-seleccionadora de Natación Sincronizada.
Mi opinión particular sobre este asunto, sin cuestionar la calidad técnica de esta entrenadora, es que sus métodos de entrenamiento, sobre todo en lo que se refiere a su estilo de comunicación, dejaban mucho que desear. Simplemente porque son muchas las nadadoras que se han sentido insultadas. Y si tantas chicas se han sentido así, entoces, Señora Tarrés, usted las ha insultado y humillado. Y si no ha sido consciente de ello, siempre desde mi punto de vista, no ha sido usted tan buena entrenadora como pensaba, piensa y pregona. Porque la sociedad está comenzando a abrir los ojos, y el fin no siempre justificará los medios. En su conciencia queda, aunque lo niegue o tarde en darse cuenta.
Además, me encanta que se defienda este tema diciendo a voz en grito que sólo quieren desprestigiar a la Natación Sincronizada. No, chicas. No Señora Tarrés. Lo que se pretende es que el próximo cuerpo técnico sea igual de duro, estricto y exigente como lo ha sido usted, pero al mismo tiempo que NO INSULTE a las nadadoras. Tan simple como esto. No tratan de desprestigiar sus títulos. Ni siquiera a usted. Sólo su forma de comunicarse. Y razones, sin duda alguna, tienen para ello.
Pero esto no es algo específico de la Natación Sincronizada o el fútbol. Es una práctica que, al verla "normal", se perpetúa en muchos deportes. Y lo peor, no nos engañemos, es que la mayoría de los chicos que han sido entrenados de esta manera, con el insulto a gritos por bandera, seguirán viendo este estilo como "normal" y probablemente lo usen muchos de ellos si llegan a entrenadores. Seguro que no pocos de nosotros conocemos varios ejemplos en baloncesto, incluso en minibásket, sin irnos muy lejos...
Así que, abramos los ojos. Evaluemos nuestra forma de comunicar algo a los jugadores. Reflexionemos acerca de si pueden o no pueden sentirse insultados, que al final es lo que cuenta, más allá de que nosotros pensemos que nunca lo hemos hecho. Preguntémosles que sienten y si entienden lo que les decimos. Yo me comprometo a hacerlo. Quizá nos llevemos todos una sorpresa.
Todo este debate surgió en las XV Jornadas de Psicología del Deporte que organiza la UNED y que dirige magistralmente José María Buceta, cuyo blog podéis visitar pinchando en el enlace de mi lista de blogs. Sin duda que leer sus posts merece más que la pena, pero escucharlo es simplemente espectacular.
En estas jornadas charlamos sobre el insulto a partir de la polémica surgida con Ana Tarrés, ex-seleccionadora de Natación Sincronizada.
Mi opinión particular sobre este asunto, sin cuestionar la calidad técnica de esta entrenadora, es que sus métodos de entrenamiento, sobre todo en lo que se refiere a su estilo de comunicación, dejaban mucho que desear. Simplemente porque son muchas las nadadoras que se han sentido insultadas. Y si tantas chicas se han sentido así, entoces, Señora Tarrés, usted las ha insultado y humillado. Y si no ha sido consciente de ello, siempre desde mi punto de vista, no ha sido usted tan buena entrenadora como pensaba, piensa y pregona. Porque la sociedad está comenzando a abrir los ojos, y el fin no siempre justificará los medios. En su conciencia queda, aunque lo niegue o tarde en darse cuenta.
Además, me encanta que se defienda este tema diciendo a voz en grito que sólo quieren desprestigiar a la Natación Sincronizada. No, chicas. No Señora Tarrés. Lo que se pretende es que el próximo cuerpo técnico sea igual de duro, estricto y exigente como lo ha sido usted, pero al mismo tiempo que NO INSULTE a las nadadoras. Tan simple como esto. No tratan de desprestigiar sus títulos. Ni siquiera a usted. Sólo su forma de comunicarse. Y razones, sin duda alguna, tienen para ello.
Pero esto no es algo específico de la Natación Sincronizada o el fútbol. Es una práctica que, al verla "normal", se perpetúa en muchos deportes. Y lo peor, no nos engañemos, es que la mayoría de los chicos que han sido entrenados de esta manera, con el insulto a gritos por bandera, seguirán viendo este estilo como "normal" y probablemente lo usen muchos de ellos si llegan a entrenadores. Seguro que no pocos de nosotros conocemos varios ejemplos en baloncesto, incluso en minibásket, sin irnos muy lejos...
Así que, abramos los ojos. Evaluemos nuestra forma de comunicar algo a los jugadores. Reflexionemos acerca de si pueden o no pueden sentirse insultados, que al final es lo que cuenta, más allá de que nosotros pensemos que nunca lo hemos hecho. Preguntémosles que sienten y si entienden lo que les decimos. Yo me comprometo a hacerlo. Quizá nos llevemos todos una sorpresa.
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