lunes, 15 de abril de 2013

El líder de retroceso

Hay muchas maneras de hacer algo público. Lo más sencillo es escribir lo que piensas y ya está, sin pensar en los demás ni en las consecuencias que puedan tener tus palabras.

Otra opción es calcular estas posibles consecuencias, es decir, prever las reacciones de aquellas personas que puedan sentirse aludidas por tu comunicación, positiva o negativamente, y decidir entonces si realmente merece la pena hacer públicas tus ideas o no. Evidentemente, cuando no te importan las posibles reacciones, la previsión de la que hablo da un poco igual, pero no está de más reflexionar sobre ello un buen rato porque podría ser que se haya pasado algo por alto.

Por supuesto, también existe una tercera opción, que es empezar la casa por el tejado: primero elijo la reacción que quiero de la gente y después maquillo la comunicación primigénea, ya sea falseándola, manipulando todas o alguna de sus partes, dando solamente datos que me benefician, contando verdades a medias y medias verdades... O mintiendo simple y llanamente. Una práctica bastante extendida en diferentes campos, no sólo en política.

A mí, por suerte o por desgracia, me viene de serie el tema de la reflexión casi sobre cualquier cosa. El problema es que eso no evita que no pueda calcular todas las reacciones posibles. Ahora, sí que posibilita algo casi igual de interesante, o incluso más: evaluar las reacciones no imaginadas a posteriori.

Es curioso, por ejemplo, las personas que no se preocupan por nadie (o por alguien en concreto) hasta que sucede algo particular precisamente con esa persona. Es loable si lo que sucede es negativo y hay cierta actitud de ayuda, pero ver la parte negativa de un halago es, cuando menos, sospechoso.

En algunos ámbitos de la Psicología de Grupos, existe un concepto llamado "líder de retroceso", que viene a ser precisamente aquel que no te deja progresar, el negativista... No es exactamente el caso al que me refiero, pero es muy parecido. Quizás el que se siente incapaz, el que tiene miedo a los retos, al que le aterra ponerse a prueba o quizás compararse con aquel que ha sido juzgado con la mejor de las intenciones y una sinceridad profunda, cumple con este rol de líder de retroceso.

Está claro que las comparaciones son odiosas, sobre todo si hasta tú mismo te das cuenta de que tu nivel está muy lejos de aquel al que quieres compararte... o de hecho se te compara. Todos hemos sufrido, sufrimos o sufriremos este tipo de comparaciones. Coincidir con alguien que se dedica en cuerpo y alma a una empresa, y además es brillante, no es fácil. Sobre todo si se dedica exactamente a la misma empresa que tú. Así que vuelve a haber una serie de opciones en cuanto a nuestra conducta al respecto, entre las que destaco dos: apretar los dientes y poner todo de nuestra parte para ser mejores, intentando llegar al nivel de nuestro compañero, o escudarnos en que "nos da igual" y buscar cualquier excusa para no hacerlo ("yo es que tengo una familia", "yo es que no le dedico el mismo tiempo que él"... y un largo etcétera). El que quiere una solución busca un medio, el que no... una excusa, que dice el aforismo.

Y si lo que ocurre es realmente una opinión sincera, por haber tenido la imaginada experiencia "empática" de no desear que hablaran de uno mismo en semejantes términos (totalmente positivos), entonces igual no hay que preocuparse tanto y puede que hasta la opinión carezca de importancia, porque en tal caso habría que evaluar primero las posibilidades reales de que esa situación, algo más que hipotética diría yo, se produjera. 

6 comentarios:

  1. Muy buena reflexion , que ojala leyeran mas de uno , aplicable a cualquier ámbito , gracias .

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  2. Interesante, muy interesante Antonio.
    Ya sabes que la máxima del buen cristiano de poner la otra mejilla está desfasada y desprestigiada, por eso es mucho mejor esa última que dice que "el que calla no siempre otorga, a veces es que no tiene ganas de discutir con idiotas"
    Cuídate mucho.
    Un abrazo.

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  3. Hola Antonio, yo creo que hoy en día, nadie publica nada sin pensar las consecuencias que puedan ocasionar sus palabras, casi siempre las palabras por desgracia están manipuladas para provocar reacciones tanto a favor como en contra, dependiendo siempre de intereses.
    Un saludo.

    J.M.Rojas Pineda

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    Respuestas
    1. Muy buenas.

      Pues sí, efectivamente, casi todo el mundo tiene una intención clara en sus comunicaciones... Pero es casi todo el mundo. Te encuentras a personas de todos los colores... Y ya no se trata sólo de publicar, sino también de las expresiones a viva voz...

      No obstante, aunque reflexiones sobre lo que escribes, en muchas ocasiones te puedes encontrar con reacciones inesperadas.

      Un abrazo!

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